Cuando la autoestima es elevada, la eficacia personal suele ser una consecuencia directa. Alejando los pensamientos negativos, rodearnos de personas positivas, tener claros los objetivos, nos permite sin duda, ser más eficaces y luego, más exitosos.
El principal motor de la eficacia, es quizá, el entusiasmo, que nos permite perseverar en nuestras metas sin paralizarnos ante la crítica ajena o las dificultades. Pero el entusiasmo, no debemos olvidar, demanda ideas claras, confianza, dinamismo y capacidad de acción.
Pedir ayuda a los demás, no debe desestimarse del todo. Pero sin embargo, esto no siempre será posible... ¿debemos resignarnos al fracaso si no contamos con nadie cerca capaz de apoyarnos en nuestras metas? Elegir nuestros compañeros de rumbo, por cierto, es parte del proyecto que cada uno tiene para con sus vidas... pero a veces, dar con las personas adecuadas no es tan simple. Cuando la ayuda externa no llega o no es adecuada, es importante centrarse en lo que uno puede hacer y ser el propio motor del entusiasmo y el optimismo.