Los sentimientos negativos se generan cuando se enfatizan las insatisfacciones o los aspectos menos gratos de la vida. La realidad es que el el transcurso de una vida, quien más, quien menos, siempre en alguna medida, acarrea tristezas, fracasos y situaciones desagradables. ¿Tenemos que pensar que se trata de una tragedia personal? ¿Qué el destino se confabula en contra de nosotros? ¿Qué nuestras desgracias no tendrán fin?
Hay vidas más trágicas que otras, es verdad. Pero también es cierto que hasta la vida más triste tiene momentos de felicidad, instantes de bendición, buenos recuerdos, algo que esperar de uno mismo. Aferrarse a lo positivo de las cosas ayuda a comprender la naturaleza de la vida, a controlar el pesimismo y a apostar al futuro.
¿Hemos sido pesimistas toda nuestra vida? Nunca es tarde para revistar nuestra actitud. Todos los días sale el sol, y siempre hay algo por hacer... por los demás, y por nosotros mismos. El no, ya lo tenemos, nada se pierde buscando el sí.
El optimismo tiene un efecto sugestivo en las personas que las lleva a un circulo virtuoso en el que la felicidad se descubre a partir del énfasis en las cosas gratas de la vida.