Soledad

Dos clases de pesonas hay en el mundo: las que saben que están solas y; las que creen que están acompañadas.

Bueno también hay otras que buscan compañía sin saber que la compañía es solo una breve intersección en el tiempo histórico, una deliciosa ilusión. Pero la realidad es otra, el alma, el yo, el ego... como quieras llamarlo... está siempre solo, verdaderamente solo.

La existencia es una experiencia subjetiva, claustrofóbica y autónoma. La existencia es la soledad misteriosa de la libertad, la responsabilidad inexorable frente a una encrucijada impredecible.

Karma y destino condicionan nuestro movimiento. Ante él estamos solos como delante de un abismo.

Pero la experiencia de la existencia no es trágica. Es el sentido de la vida. La ilusión de la compañía no es posible sin antes comprender las limitaciones de lo colectivo. El crecimiento personal solo puede estar anclado en nuestro sí mismo. Porque no es posible siquiera imaginar compartir lo que uno no tiene.

Y comprender quienes somos y para qué existismos es el primer paso necesario para descubir la felicidad.

Soledad II

Si no te quieren como tú quieres que te quieran, ¿qué importa que te quieran?

Amado Nervo

Azrael

Azrael, abre tu ala negra, y honda,

cobíjeme su palio sin medida,

y que a su abrigo bienechor se esconda

la incurable tristeza de mi vida.

Azrael, ángel bíblico, ángel fuerte,

ángel de redención, ángel sombrío,

ya es tiempo que consagres a la muerte

mi cerebro sin luz: altar vacío...

Azrael, mi esperanza es una enferma;

ya tramonta mi fe; llegó el ocaso,

ven, ahora es preciso que yo duerma...

¿Morir..., dormir..., dormir...? ¡Soñar acaso!

Amado Nervo

por Galadriel Noldor